Una semana, tan sólo siete días. Eso es lo que falta para la 59° edición de Las 24 Horas de la Corvina Negra. Podría decirse que es un concurso más, pero no. No lo es de ninguna manera. Para todos los que hacemos Radio Comunidad Claromecó será algo realmente muy especial. Por cuestiones que aún no podemos anunciar oficialmente pero que ya muchos conocen, la Transmisión Gigante que se viene será para nosotros una de las más importantes. Ya afrontamos desde la radio organizar la transmisión sin la presencia de Tito Martínez, con todo lo que ello significa. Lo que viene es un paso más hacia adelante, y hasta allí podemos contar.
Más allá de estas cuestiones particulares, como siempre, la expectativa es grande. Los premios son muy importantes, el concurso es un verdadero clásico, y nadie se lo quiere perder. No está ajena la coyuntura económica difícil de la Argentina, por supuesto. Si bien el verano ha sorprendido por la cantidad de gente, que no ha mermado nunca desde los últimos días de diciembre, también es cierto que la gente cuida sus gastos, lógicamente. Habrá que esperar para saber la cifra de inscriptos, pero igualmente se prevé algo bueno, como todos los años en realidad. La Corvina Negra tiene casi 60 años, ha pasado por todas las crisis económicas habidas y por haber, y sigue existiendo. Porque básicamente sigue existiendo la pasión por la pesca deportiva. Y éste es el concurso por excelencia, el que marcó el camino a todos los demás certámenes, la bisagra de todos los veranos.
Expectativa
Es decir que más allá de todo, incluyendo las cuestiones climáticas, que en este verano se han encaprichado un poco, la expectativa crece y siempre es buena. La pesca en general también ha sido buena, siempre que el clima lo permitió, las capturas se registraron. La piedra parecer ser la gran opción, como siempre, pero no hay que descartar los sectores de arena. En la Corvina Negra puede pasar cualquier cosa, lo marca el historial. Para muestra de ello, basta recordar a José Luis Iriarte, aquel sacerdote argentino residente en Brasil, que sin saber casi nada de las artes de pesca, y en un lugar que nadie daba como favorito como el Médano Verde, se convirtió en el ganador de la 45° edición en 2006.
Está para cualquiera
Hoy en día la pesca deportiva se ha profesionalizado mucho. El pescador «concursero», el que asiste a todos los certámenes religiosamente, tiene equipos importantes. Cañas importadas, líneas, reeles, bajadas, plomos, todo de primera calidad. Carnadas que tranquilamente podrían utilizarse en un restaurante o en una casa para comer, es decir, no deja nada librado al azar. Hay grandes casters, tiradores de larga distancia, que incluso han participado en campeonatos mundiales de la especialidad. Ya casi nadie concurre a Las 24 en un pesquero, la gran mayoría tiene comodidades como para afrontar lo más bravo, que sin dudas es la noche. Pero así y todo, esto no garantiza absolutamente nada. Puede ganar el más avezado y conocedor, como también puede hacerlo el novato e inexperto. Incluso hay quienes toman al concurso como una rifa, compran la entrada con el único fin de entrar en los sorteos. ¿Quiénes se llevarán las camionetas? ¿Quiénes se irán en auto cero kilómetro? Nadie lo sabe, y eso es lo lindo y atractivo de todo esto.
Al maestro con cariño
Y en los párrafos finales, hablo en primera persona. Para mí particularmente, estas 24 serán probablemente las más especiales de todas las que he vivido. Como todos saben, se ha ido Ricardo Héctor Guido, el gran Popi. Y la organización del Club Cazadores ha confiado en mi persona para realizar el lanzamiento oficial y la entrega de premios. Me es difícil explicar lo que siento, por eso voy a hacer un poco de historia. Tendría yo unos 11 o 12 años cuando vi por primera vez la entrega de premios de Las 24 Horas. Veníamos desde hacía algunos años con mi familia para la fecha del concurso, como casi todos los de esta zona. Si bien nadie pescaba, no nos queríamos perder el espectáculo, el calor, el clima que genera el concurso. Pero más allá de todo eso, yo prestaba atención a otra cosa. No me despegaba de la radio un minuto, hasta la ponía bajito para dormir. Escuchaba prácticamente toda la transmisión, en aquel momento de LU 24, la única emisora existente. Es algo que me fascinó siempre, y ya un poco más grande empecé a soñar con poder esta alguna vez en una emisión así. El sueño se me cumplió a los 20 años cuando ingresé a la RCC. Al ser el movilero de la radio, me enviaron al Club Cazadores (la transmisión aún era conducida desde los estudios de la radio). Pocos días antes había conocido a Popi Guido, el mismo que escuchaba de pequeño conducir el evento, y el mismo que veía en el palco entregando los premios.
Popi me entregó su amistad desde el primer momento, me trató como a un colega, siendo que yo apenas era un estudiante de periodismo. Y en ese lanzamiento del concurso, cuando fui a tomar el audio oficial, me nombró. Dijo «acá estamos con Claudio Menéndez de Radio Comunidad Claromecó para realizar la largada del concurso». No lo podía creer, sobrepasaba mis expectativas. De repente yo estaba ahí, con el mismo que había admirado desde hacía años. De ahí en adelante siempre Popi me trató de igual a igual, como suelen hacer los grandes, los maestros. Fue pasando el tiempo, y siempre quedó ese nexo, eso de vernos poco y saludarnos con un abrazo. En 2012, cuando el concurso cumplió 50 años, Tito Martínez mandó a confeccionar dos placas alusivas y en reconocimiento: una para el club organizador, y otra para Popi Guido, por haber estado desde el primer día al servicio de la información del certamen. Y me tocó subir a entregarle la plaqueta, que era una sorpresa. Me dieron permiso e ingresé al escenario del Club Cazadores, casi temblando. Le entregué la distinción, nos abrazamos, y me fui. Muy fuerte todo.
El podio de Las 24
Pero habría algo más. En enero de 2014, el histórico dirigente de Cazadores Eduardo Migliaro me llamó y me dejó helado. Me preguntaba si podía acompañar a Popi en la entrega de premios del concurso. Fue un impacto verdaderamente grande, algo que no esperaba ni por asomo. Si bien ya venía conduciendo eventos de distinta índole, éste era el sueño del pibe, era más que especial. No dudé en aceptar y ponerme a disposición. Fue maravilloso acompañar a Popi en la entrega de premios, incluso en la previo de la largada. Desde aquella vez, me tocó estar en cada edición, conduciendo el evento, participando del tan esperado sorteo de la camioneta. Cuando cerramos aquella Transmisión Gigante de 2014, lo hicimos con Popi, que me dijo «vos sos mi sucesor». Otra vez no podía creerlo.
Y llegó este 2020. Popi nos dejó en noviembre de 2019, una pérdida irreparable. Porque con él se fue gran parte del historial de Las 24, que tenía registrado en su prodigiosa memoria. Y nuevamente me llamó Migliaro, esta vez para anunciarme que soy el presentador oficial del concurso. Falta una semana y todavía no sé lo que voy a decir. Me cuesta imaginarlo. Hablar de reemplazo sería un atropello y un descaro de mi parte. Nadie jamás podrá reemplazar a Popi Guido, su voz, su conocimiento, su presencia, están en el ADN del concurso. Harían falta otros 60 años para intentar alcanzarlo. Es evidente que el saco me queda grande. Sólo puedo decir que intentaré hacerlo con la mayor corrección posible, a sabiendas que no hay manera de que salga siquiera parecido. Estoy ante uno de los desafíos más grandes de mi carrera, y la RCC también lo está, en estos casi 31 años de vida.
Sólo resta decir gracias, a todos los que forman parte del staff de la radio, a los que alguna vez lo hicieron, a Andrea Carrera y Esteban Mango con quienes nos hemos embarcado en la mayor de las aventuras, al Club Cazadores, a la memoria de Popi, a los auspiciantes que nos siguen acompañando, a la familia Martínez y a la memoria de Tito y Mary, a nuestras familias que nos bancan en esta locura, y a todos nuestros oyentes y lectores que nos siguen a diario. Estas 24 serán más que especiales. Para nosotros, ya empezaron hace rato.