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Andrea Pinto | Cuando las vacaciones se transforman en pesadilla

Andrea Pinto | Cuando las vacaciones se transforman en pesadilla

Lo que eran unas vacaciones soñadas en Brasil, para la claromequense Andrea Pinto se transformaron en una verdadera pesadilla. Para ella, su pareja Alejandro, y para miles de compatriotas más, algunos que aún continúan esperando poder regresar.

El avance del COVID-19 y las medidas de aislamiento que se tomaron (tarde) en el vecino país, provocaron que se genere un caos en aeropuertos y agencias para comprar pasajes. La intervención del Estado y de familiares que se quedaron en Argentina, la desesperación por volver y no conseguirlo. Todo esto le pasó a Andrea, y en esta nota, lo cuenta en primera persona.

El comienzo del viaje

En diálogo con la RCC desde su casa, donde se encuentra en aislamiento monitoreado por el Centro de Salud, y sin síntomas, Andrea comentó los pormenores del viaje y del posterior caos. Quebrándose en varias oportunidades comenzó relatando que «yo salí el día 12, sabíamos de todo esto, pero se podía circular libremente. Igualmente me fui con barbijo, para colmo estaba resfriada cuando viajé. Nunca pensamos que esto iba a ser así».

En la continuidad de la charla dijo que «llegamos a Brasil, estaba todo bien, estábamos a 7 kilómetros de Porto Seguro. Alquilamos en un complejo, y nadie hablaba de este tema. Íbamos a la playa sin gente cerca, porque es poco concurrida. Todo bien, hasta que luego de 5 o 6 días empezaron las noticias. Hasta el día 20 había gente en la calle, con gente en los hoteles, pero no una gran cantidad. Todo empezó a cambiar, y nos empezó a agarrar miedo. Es muy feo«, dijo entre lágrimas.

«Fuimos al aeropuerto, el viaje hasta ahí salía 1000 pesos, no podíamos cambiar los pasajes. Despegar es una porquería, nunca nos anularon el pasaje, para ellos siempre estaba todo bien. Empecé a no querer ir al aeropuerto por miedo a contagiarme. Me decian que el pasaje iba a servir, para ir a Belho Horizonte y de ahí a Buenos Aires. Pero no podíamos viajar, todo el mundo estaba en lo mismo, no había respuestas», continuó.

Andrea dijo que «Despegar finalmente nos dijo que teníamos sólo un tramo, a Belho Horizonte, y se nos estaba terminando la plata. Nos arriesgamos y fuimos, al llegar parecía un aeropuerto fantasma, no había nadie. Nos llevaron a un hotel en la ruta, estuvimos un día, y nos ofrecían un vuelo a San Pablo. Empecé a establecer contactos con distintos funcionarios, con el Consulado, nos iban guiando pero no podían hacer nada en realidad, estaba todo parado. Una desesperación bárbara».

«Nos ofrecían un pasaje por Iberia que salía 100.000 pesos, desde acá también trataban de conseguir pasaje, horrible. Llegamos a San Pablo, no había nadie. De última pedí algún pasaje a Foz de Iguazú, y justo nos dicen que había uno para Buenos Aires, para dos personas. Pasó por la tarjeta, por Latam. En la oficina nos dijeron que el vuelo se cancelaba, el gobierno argentino había cerrado las fronteras. Fuimos a otro lugar a preguntar y nos dijeron que no estaba cancelado. Nos quedamos toda la noche con el corazón en la boca, en los carteles todo decía «vuelo previsto», pero no había certezas. Tampoco teníamos el número de asiento. Hicimos la cola con barbijos, guantes, todas las medidas de protección, hasta que finalmente nos dijeron que embarcábamos, pero no todos. Hubo quienes se quedaron, a una familia les decían que viajaban dos, pero los otros dos se quedaban», afirmó.

En Argentina

Andrea prosiguió el relato, ya en Ezeiza. Mencionó que «la gente aplaudía, sube Sanidad, nos tomaron la fiebre, hicimos declaraciones juradas. Pensamos que íbamos a quedar en cuarentena en algún hotel de Buenos Aires, pero nos dijeron que teníamos que trasladarnos a nuestros domicilios. No conseguíamos que nos trajeran el auto que estaba en una cochera, no los dejaban pasar».

Finalmente consiguió un taxi que los lleve. Destacó que «nos decían que teníamos que tomar un colectivo, una locura, no nos firmaban ninguna autorización, estuvimos dos horas así, entre la Policía y Transporte, no había solución. Reconozco que están muy desbordados, a veces no saben qué hacer en distintas situaciones. No sabíamos cómo irnos, y no tenían respuesta. Conseguimos un taxi, al entrar a Ezeiza la ciudad, nos pararon. Nos tomaron la fiebre, Alejandro tenía 39,5, venía con la cabeza al sol. Esperaron a que le baje, estuvimos una hora, hasta que nos dejaron pasar, el reloj del taxi seguía corriendo».

«Nos escoltó un móvil hasta la cochera, tomamos el auto, y nuevamente nos escoltaron hasta Cañuelas, y el taxita tuvo que ir a una comisaría y un centro de salud para dar cuenta del tema. Llegamos, hasta Tres Arroyos, no nos paró nadie. Yo venía llamando por teléfono, avisando a las autoridades que llegábamos, daba la patente del auto, con los datos nuestros. En Tres Arroyos nos pararon, Mary Souto avisó que íbamos a pasar. Alejandro se quedó en Tres Arroyos porque él tiene domicilio ahí y hace la cuarentena en la ciudad, y yo me vine para acá para Claromecó«.

Andrea también indicó que «cuando llegué me escoltaron hasta mi casa, quiero destacar que el doctor Olivera se comunicó conmigo desde antes de llegar, ahora me llaman constantemente, también desde Tres Arroyos».

La claromequense finalizó diciendo que «Dios nos protege, yo rezaba todo el tiempo, porque al final no sabemos cómo conseguimos el vuelo hasta Buenos Aires, justo para dos personas, y no sabemos cómo pudimos salir de Ezeiza, ahora quedó todo cerrado. Fue como una película de terror, quedó para la historia. Al final, pasé de querer estar en la playa de Brasil, a querer volver para estar en mi casa encerrada«.

Audio completo de Andrea Pinto:

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