Laura, Raúl y Mateo quedaron a cargo.
«A todos lados donde voy me recuerdan una anécdota con él», dice Laura Fernanda Romagnoli, a punto de reabrir El Viejo Vizcacha. El viernes 4, a casi una semana de la partida de Néstor, el Barba, su familia decidió regresar con el negocio de empanadas. La RCC estuvo en el momento emotivo de la reapertura.
En realidad lo decidió el mismo Barba. A lo largo de la entrevista con Laura, fue contando anécdotas que demuestran claramente que Néstor preparó a su familia durante los últimos años para que continúen el emprendimiento. «Yo vengo haciendo la masa desde hace varios años, mi marido (Raúl), y mi hijo (Mateo) vienen haciendo los rellenos. Mateo se incorporó la temporada pasada. Creo que todo estuvo planeado por él», relata Laura.
Se recuerdan historias a través de las fotos que decoran El Viejo Vizcacha. El Barba está siempre presente. Hay una de un packaging de cuando abrió el negocio en el Gran Buenos Aires. Una idea muy avanzada para la época. Dice su hija que «él siempre decía que era de esta época, que tendría que haber nacido hace poco. Era muy adelantado en todo, sabía mucho de folklore, pero estaba al tanto de toda la música actual, le gustaban Los Redondos, por ejemplo».
El Barba está presente
Todavía es muy raro, y sobre todo muy fuerte hablar del Barba en pasado. De hecho durante la charla Laura varias veces lo nombra en presente. «Está presente, siempre estará presente», reafirma. Los oyentes se suman a la entrevista, saludan, se emocionan y por supuesto, cuentan alguna historia con el Barba. Se habla de su San Lorenzo querido, de sus chistes y cuentos, de guitarreadas.
Laura recuerda que su papá había empezado a tocar el teclado. «Lo hacía de forma autodidacta, todos los instrumentos que tocaba los aprendió sólo, tenía una gran capacidad para eso», rememora. Y remata diciendo que «el teclado, el año pasado se lo regaló a mi hijo, que también está con la música». No hay dudas, el Barba lo planeó todo, hasta el mínimo detalle.
Nuevamente se evoca el momento del nacimiento de El Viezo Vizcacha. Cuando Néstor puso el colectivo en calle 7 casi 28, con la idea de vender copetín al paso, y algunas empanadas. Pero a último momento no tenía las tapas que le iban a vender. Su mamá, Ramona, adivinó enseguida lo que ocurría y se ofreció a hacerlas. Y fue un éxito inmediato, a punto tal que el negocio quedó exclusivamente de empanadas. Ramona también está presente en fotos, la mística del Viejo Vizcacha sigue y seguirá vigente.
Laura, Raúl y Mateo reabrieron El Viejo Vizcacha, en el único semáforo de la 36, en el Barrio Las Acacias, donde el Barba sigue presente…protocoleando el rancho…
