Sentido homenaje de la RCC a Marcos Mundstock, presentador y pieza fundamental de Les Luthiers. (Foto: Matador, El Tiempo)
Año Nuevo de mil novecientos ochenta y tantos, podría ser 84, 85 u 86, realmente no lo recuerdo. Asado en la casa de mi tío. En la previa de la cena, con esas mesas grandes encabezadas por los abuelos, veo que los grandes estaban muy entusiasmados escuchando un casette. Era la diversión de la época, con los medios tecnológicos existentes, reunirse en torno a un grabador a escuchar algo que otro traía y que los demás no conocían. Me llamó la atención que les causaba mucha gracia. Curioso como fui siempre, y atento a todo lo que saliera de un parlante, también me arrimé a escuchar. No llegué a entender del todo, pero me quedó el nombre grabado: Les Luthiers.
Ese mismo año los vi por primera vez, en un programa de televisión que conducía Juan Carlos Mareco. Tampoco terminé de comprender, aunque me hizo gracia un sketch contado con música y mímica. Muchísimos años después comprendí que se trataba de Kathy La Reina del Saloon.
Pasaron los años, ya adolescente, me prestaron un casette. Mastropiero Que Nunca. Ahí si terminé de entender, ese fue el momento definitivo. Me hice fan de Les Luthiers. Payada de la Vaca, La Bella y Graciosa Moza (Marchose a lavar la ropa), El Beso de Ariadna, y todos los demás. Luego llegó a mis manos otro casette, con El Rey Enamorado, Cartas de Color, y por supuesto, La Gallina Dijo Eureka. Los escuchaba una y otra vez.
Durante la juventud medio me olvidé de Les Luthiers, es esa edad donde uno no le puede andar diciendo a los compañeros que escucha a un grupo humorístico de gente grande. Era más conveniente el rock, y las canciones bailables del momento. Pero al llegar a la facultad, abrir un poco la cabeza, eliminar prejuicios y todo eso, volví a Les Luthiers. Y los fui a ver en vivo, al Teatro Coliseo. El espectáculo era Hacen Muchas Gracias De Nada. Maravilloso, único, difícil de describir, tanto talento, tanto ingenio, tanto humor finísimo y culto. Increíble.
Con la llegada de internet banda ancha, y ya en épocas actuales, me devoré toda la colección de Les Luthiers. Tuve períodos preocupantes, donde los escuchaba sólo a ellos, no había nada más. No se podía comparar con nada, de hecho aún hoy no se puede establecer un paralelismo con ningún espectáculo del mundo.
Volviendo a la juventud, como aprendiz de locutor y animador, siempre me llamó la atención Marcos Mundstock. La voz grave, los gestos sutiles, la forma de hacer parecer un presentador de música clásica, pero desopilante. Muchas veces escuchaba la presentación de la canción, y pasaba al próximo track, para seguir escuchándolo a él. Un tipo que con su sola presencia en el escenario, ya generaba risas. Que le bastaba levantar una ceja, o abrir los ojos, o su típica carraspera, y ya era un show en sí mismo. La carpeta roja, el impecable esmoquin, la luz sobre su persona y a volar, a reir, a maravillarse del ingenio, de los majestuosos juegos de palabras, de los silencios. Y de las salidas típicas, como un diálogo coloquial con el público en medio de una presentación que se supone debe ser seria y circunspecta.
Inolvidables los diálogos con Daniel Ravinovich. Jugaban de memoria, las sabían todas, se complementaban maravillosamente. Eran el corazón y la base de Les Luthiers.
Por eso, ahora con su partida, los fans veríamos con buenos ojos que los que quedan, dejen para siempre Les Luthiers. El grupo no existe más, ya sin Daniel era muy difícil verlo y oírlo, y sentir lo mismo de siempre. Ya ahora es definitivo. Para no terminar siendo un garabato de lo que realmente fue, la prudencia debería primar, es lo que opino con todo el dolor del alma.
Primero se fue el flaco Gerardo Massana, que ni siquiera llegó a ver el éxito rotundo del grupo. Ya consagrados, abandonó Ernesto Acher en los 80’, y ahí quedó el combo conformado como más lo recordamos. La muerte de Daniel ya fue un bombazo mortal para el conjunto. Imposible de reemplazar. En 2017 decidió bajarse Carlitos Nuñez Cortés, al cumplir el proyecto 50 años. Y desde el año pasado en que se anunció la enfermedad de Marcos, ya nada tenía sentido. Sólo quedaron como originales Carlos López Puccio y Jorge Maronna. Con ellos, Tato Turano, Martín O´Connor, Tomás Mayer Wolf, y Roberto Antier. Alguna vez llegó a formar parte el Negro Fontova, quien también perdimos en esta misma semana. Los que quedan son talentosísimos, excelentes músicos, multi instrumentistas, de una calidad superlativa. Pero no. No es Les Luthiers, no puede serlo, no debería serlo.
La sensación es de soledad, como cada vez que se va un referente. Alguien a quien decir que admiramos queda chico. Un tipo que marcó la vida de muchos. Un vacío enorme y final, porque sabemos que el que se va es un irreemplazable. Que no hay Les Luthiers sin Marcos Mundstock, como tampoco hay Marcos sin los Luthiers, pese a que tuvo proyectos independientes del grupo en cine y en televisión.
Decir gracias suena muy chiquito. Mil gracias. Dos mil gracias, para evocar tan sólo uno de los chistes. Hay artistas que difícilmente tomen dimensión de lo que representan para su público. Marcos Mundstock fue uno. Adiós maestro. No te vamos a olvidar, no es una promesa, es una realidad. Jamás olvidamos a quien nos marcó, a quien llevamos en el corazón y el alma.
hola primero gracias por q a la distancia sigo de cerca lo que me transporta a la mejor parte de vida, crecer cada verano en claromeco, a 2 cuadras de la radio !!!!
segundo estoy de acuerdo que los ciclos terminan, pero no creo que en que es el fin del grupo, estamos de acuerdo en que no va a ser lo mismo o capaz ni parecido pero creo que en respeto a los q no están, debemos seguir creyendo en que Les Luthiers sigue vivo, como todo las cosas cambian y evolucionan algunas para bien y otras no tanto. El humor de ellos también debe evolucionar y así nos guste o no es parte de todo lo que hacemos.
Gracias de nuevo y sigan para adelante!!!! ojalá pronto pueda volver a ir y seguir agregando recuerdos ahora para mis hijos de el gran Claromeco!!!!